Buscando y rebuscando en los
catálogos de las editoriales, he encontrado una joya literaria de esas que me
hacen preguntarme: ¿cómo es posible que no la haya descubierto antes? La joya
en cuestión es una selección de los ensayos escritos por Aldous Huxley,
publicada por la editorial Edhasa con el título Si mi biblioteca ardiera
esta noche. Ensayos sobre arte, música, literatura y otras drogas.
La faceta de ensayista de Aldous
Huxley es menos conocida que sus novelas y ha sido injustamente eclipsada por ellas.
De hecho, el escritor fue uno de los pensadores más brillantes del siglo XX,
con unas extraordinarias dotes para analizar la realidad y anticipar problemas
a los que los seres humanos nos
tendríamos que enfrentar con el devenir de los años. Asimismo, el autor
abarca en sus escritos una variedad
temática y expresiva que evidencian su
gran formación intelectual y su profundo conocimiento del mundo en que vivía:
política, economía, arte, literatura, música, o materias no tan elevadas, como las drogas. En este sentido, el
escritor y crítico Clive James señaló que Huxley representaba a mediados del siglo XX “el mito
del hombre que lo sabía todo” y que leer sus ensayos “es como inscribirse en la
universidad soñada”.
El ensayo que da título a esta
selección, Si mi biblioteca ardiera esta noche, forma parte de
una serie de escritos sobre literatura en los que Huxley nos habla de autores
fundamentales como Proust o Balzac; reflexiona sobre el genio artístico,
intelectual o práctico; analiza la relación entre ficción y realidad; o nos
plantea los problemas a los que se enfrenta el lector en el siglo XX y que se
han multiplicado en el siglo XXI.
Respecto a las dificultades con
las que se encuentra el lector actual, hay una cuestión que siempre me ha
obsesionado: hay muchos libros y muy poco tiempo, y ante esto necesitamos una
guía para saber qué escoger, sobre todo los que somos adictos a leer cualquier
cosa, sin distinción de géneros, temas, autores o campos del saber. En ensayos como Demasiados
libros y La lectura, el nuevo vicio, el autor reflexiona sobre este hecho, del que
fue consciente ya en los años treinta del siglo pasado, y del que los lectores
de la actualidad damos fe: la carga de conocimientos de todo tipo (científicos,
literarios, históricos, etc.) y la dificultad para abarcarlos.
Los cien mejores libros es
una crítica a una lista de sugerencias de lecturas publicada en esos años para servir de canon a los estudiantes, lista en la que faltaban obras imprescindibles
para formarse una visión adecuada de determinadas épocas de la historia o
aspectos de la realidad, y en la que se olvidaba por completo la literatura
filosófica.
Por suerte, el escritor llega en
auxilio de los lectores con su ensayo Si mi biblioteca ardiera esta noche,
hipotética situación que se imagina para nombrar a los autores que deberían ser
repuestos de inmediato (curiosamente, quince años después de escribir este
artículo, la biblioteca de Huxley fue pasto de las llamas). Por lo visto no ando tan desencaminada en la elección de mis lecturas, ya que tengo en mi biblioteca
casi todos los escritores citados, y lo que es más gratificante, los he leído;
aunque quizás Huxley me echaría un rapapolvo por el hecho de que mis
estanterías y mi mente no atesoren suficiente literatura filosófica,
precisamente lo que tanto le dolía de la nefasta lista de la que habla en Los
cien mejores libros. Intentaré remediarlo cuanto antes (al menos he leído a
su admirado Montaigne).
La selección de ensayos sobre
drogas incluye Un mundo feliz revisitado, Drogas que moldean la
mente de los hombres, Un tratado sobre las drogas y Extracto de
opio.
En el primero, Un mundo feliz
revisitado, el autor repasa los hechos narrados en su novela que no han
acabado dándose en la vida real y aquellos que sí. Resulta inquietante comprobar
lo que se ha cumplido: compara la sustancia llamada Soma, que toman los
habitantes de Un mundo feliz, con los antidepresivos; nos habla del uso
de la psicología aplicada por los gobiernos totalitarios; y nos advierte que
los principios del condicionamiento infantil y de la “hipnopedia” (enseñanza mediante el
sueño) no tardarán en ser utilizados por dichos gobiernos. El escritor alerta a los lectores de que los instrumentos psicológicos,
químicos y tecnológicos que ya existen (y desde que escribió el artículo
hay muchísimos más), utilizados por una oligarquía aparentemente
benigna -los tiranos de Un mundo feliz son benevolentes, pero tiranos al
fin y al cabo-, pueden llevarnos a permanecer en un sometimiento “permanente y
voluntario”.
Realmente Huxley se adelantó a su tiempo. ¿Acaso no se ha cumplido esto en
cierta medida ochenta años después? Puede que no nos dominen todavía mediante
el tipo de mecanismos descritos en Un mundo feliz, pero vivimos
sometidos al yugo del poder, del dinero y del consumo; residimos en el estado
del bienestar (bueno, ahora no tanto) donde los políticos y los bancos dictan
las leyes y las normas que rigen la sociedad, pretendiendo que creamos que todo
lo que hacen es en beneficio de unos ciudadanos bien adoctrinados: no pensar,
confiar en los bancos, creer en los políticos, adquirir bienes… Dadas las
circunstancias actuales, estamos despertando, pero ¿qué podemos hacer para
solucionar la situación? Estamos sometidos a las decisiones del partido que
gobierna porque la mayoría lo ha votado voluntariamente, algo que también se
podría calificar de “sujeción permanente y voluntaria”. El sistema lograría
funcionar si las personas que acceden al poder fueran honestas y competentes,
pero ¿realmente lo son? Tenemos motivos para pensar lo contrario. En cualquier caso, no debemos quejarnos, porque si nos sentimos
desbordados ante lo que nos ha tocado vivir, siempre está el psiquiatra para
recetarnos la píldora de la felicidad. Como dice Huxley, “que el cielo nos
ayude”.
En otros escritos el ensayista compara la ebriedad y el estado al que lleva el consumo de drogas con
la búsqueda de experiencias místicas y explica el porqué del abuso de este
tipo de sustancias: la necesidad del ser humano de escapar de la realidad
cuando esta se vuelve desagradable. La única vía para que hombres y
mujeres no tomen alcohol en exceso o se
vuelvan adictos a las drogas es, según el autor, “brindarles un reemplazo
eficiente y cabal para estos venenos deliciosos y -en el actual mundo
imperfecto- necesarios. El hombre que invente tal sustancia”-añade Huxley-
“será considerado uno de los grandes benefactores de la sufrida humanidad”. Me
atrevo a proponer un medio que no tiene efectos negativos y está al alcance de
todos: la lectura. ¿Hay algo mejor para escapar de una realidad que no nos
gusta?
Respecto a los ensayos sobre
arte y música, estos son una muestra más de la erudición de Huxley. Fue un
crítico de arte extraordinario, y sus conocimientos sobre música estaban a la altura de los literarios. Para
los profanos en la materia es de una ayuda inestimable esta pequeña selección y, si queremos ampliar nuestro bagaje cultural después de terminar sus ensayos,
aquí está el autor para aconsejarnos qué libro sobre música leer.
En definitiva, recordemos uno de
los problemas que Aldous Huxley nos plantea, la sobrecarga de todo tipo de
conocimiento e información que hay en la actualidad; pues bien, la lectura de sus ensayos
puede ayudarnos, de un modo sencillo y ameno, a ser un poco más sabios y a
comprender mejor el mundo en que vivimos.
1 comentario:
MUY BUENOS COMENTARIOS SOBRE HUXLEY; Y ES CIERTO, NI CON TODA LA VIDA SE PUEDE VER TODA LA INFORMACIÓN QUE HAY DE TANTOS TEMAS TAN VARIADOS,POR ESO YO LEO DESDE EL ASÍ SOY Y QUE HASTA LA DIVINA COMEDIA. COMO DIGO QUIEN INVENTO EL SUEÑO HABIENDO TANTO QUE APRENDER.
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