La
editorial murciana Tres Fronteras está llevando a cabo una labor a la que los
lectores estaremos eternamente agradecidos. No solo se ocupa de publicar obras
de escritores murcianos, dando a conocer el gran talento literario que hay en
nuestra Región, sino que además se acuerda de autores excelsos que apenas han
trascendido en nuestro país y cuyos libros son difíciles de encontrar.
Y así
ha hecho con la escritora inglesa Kathleen Raine (1908-2003), editando una
antología bilingüe de sus poemas, con el título Poesía y Naturaleza. La selección
ha sido realizada por Adolfo Gómez Tomé, quien también se ha encargado de la
traducción y del prólogo. Y el resultado es un poemario que lo tiene todo: una
recopilación que nos permite, en unas cien páginas, conocer la trayectoria y
evolución de esta autora; una introducción en la que se desvelan aspectos de su
biografía y de su modo de entender la realidad y la creación poética, los cuales nos ayudan a interpretar su obra; y una traducción en la
que no se pierde el espíritu y sensibilidad de los versos en su lengua
original, algo realmente difícil de conseguir, especialmente en el género
lírico.
Como
señala Gómez Tomé, Kathleen Raine mantuvo siempre su propia voz, alejándose de
las corrientes de la poesía europea moderna e inclinándose por la búsqueda de
la trascendencia. Su concepción filosófico-religiosa estaba influida por las
ideas platónicas y el misticismo, considerando que a través de la imaginación
se puede percibir el mundo superior, del mismo modo que somos capaces de
percibir el mundo sensible -la realidad
interior y exterior son una sola, el mundo en armonía con la imaginación-.
Asimismo, profunda conocedora de la lírica romántica inglesa, la escritora
refleja en sus poemas la influencia de la misma, especialmente la de su maestro
William Blake.
Y lo
curioso es que Raine no necesita artificios ni acudir a las grandes palabras
abstractas para transmitirnos sus emociones y sus preocupaciones metafísicas,
sino que lo hace empleando un lenguaje sencillo y partiendo de elementos
cercanos. Una brizna de hierba, un ciervo, las nubes o los bosques se
convierten en el medio a través del cual mostrar su visión del mundo.
Sus
recuerdos de la infancia en el norte de Inglaterra, durante los años de la
Primera Guerra Mundial (“Yermo”, “Mensaje desde casa”); su madre, que siempre
la animó a escribir (“Reliquia familiar”, “Tu don fue la ociosidad”, “La
hoja”); su admiración por la civilización oriental y su inquietud ante el
devenir de la nuestra (“Himno milenario al dios Shiva”); su concepción de la
naturaleza, que recorre la mayor parte de sus poemas… Todo ello en una breve
obra que condensa el sentir de esta escritora.
He de vivir, he de
morir,
soy la memoria de
todo deseo,
soy las cenizas del
mundo, y la llama del fuego.
2 comentarios:
La presentación tal y como tú la has hecho, incita a conocer a esa gran autora. No entiendo de poesía, pero sí sé lo que me gusta, y esos versos no son simples palabras.
Te felicito por introducirnos en la vida de esta mujer.
Un abrazo, amiga.
Sabes que no soy lectora de poesía, pero en un mundo oscuro, plagado de desaliento y lleno de aristas, la belleza de las palabras se alza como la única bandera posible.
Gracias por dejarnos estas delicatessen literarias.
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