El
personaje de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, se ha convertido, como el
rey Arturo en la cultura anglosajona, en el héroe nacional castellano por excelencia.
Si atendemos a las fuentes históricas, el caso del Cid cuenta con numerosos
textos escritos en varias lenguas y fechados en épocas diferentes: la Historia
Roderici relatada en latín es quizás el recurso histórico que mejor nos
ayuda a comprender la verdadera identidad detrás del mito; en árabe están los
comentarios del historiador andalusí Ibn Alqama (reproducidos en la obra del
historiador del siglo XIV, Ibn Idhari); y, por último, del siglo XIII y en
castellano data la Primera Crónica General del rey Alfonso X.
Sin
embargo, el mito del Cid no se construyó a partir de estas fuentes históricas,
sino a partir de leyendas sobre sus hazañas que se transmitieron de boca en
boca hasta cristalizar en un relato en verso conocido como el Cantar de Mio Cid. Gracias a este poema
la figura del Cid ha alcanzado, varios siglos después, dimensiones
extraliterarias, convirtiéndose en el máximo héroe nacional cristiano de la
historia de España, e influyendo, en mayor o menor medida, en nuestra cultura.
El personaje de Rodrigo Díaz de Vivar
representa el ideal de progreso personal gracias al esfuerzo individual. El Cid es dotado por el poeta de una humanidad
impresionante; es un hombre íntegro que recupera el favor del rey gracias a su
esfuerzo y se hace respetar y admirar por los suyos y por sus enemigos. Sus
virtudes heroicas se ven completadas con la ternura y el cariño que muestra
hacia su familia. Es también un hombre religioso que en la cumbre de su gloria
no se olvida nunca de agradecer los beneficios recibidos. Pero la cualidad que
destaca sobre todas las demás es la mesura, pieza clave de su carácter. Nos
encontramos, pues, ante un héroe idealizado, perfecto, pero de una perfección
no sobrenatural.
Todo
esto ha contribuido a crear el mito del Cid como modelo de héroe nacional, y la
caracterización del personaje en el Cantar
ha traspasado sus versos para acabar influyendo en nuestros valores. La generosidad, la fidelidad, los lazos
familiares, la honradez, la justicia… forman parte de los principios que nos
permiten orientar nuestro comportamiento con el fin de realizarnos como
personas.
Otro aspecto interesante son las
directrices ideológicas del Cantar, representadas por el protagonista. Menéndez Pidal
defiende que el poema es una expresión de la idea unitaria de España; subraya
que el Cid incorpora a sus tropas gentes de los diversos reinos. Por otra
parte, hay en el Poema una defensa
del mérito personal, como hemos dicho anteriormente, y de la prioridad del
derecho público sobre el privado, así como una censura a los que no cumplen con
su deber dentro del sistema. Podemos decir que todo esto convierte al personaje
del Cid en un representante de valores actuales, lejos del contexto medieval.
El mito del Cid configurado por el Cantar ha tenido continuidad en la literatura, y también en la pintura, la música o el cine.
Su
presencia en la literatura es constante y llega hasta nuestros días. Así, tenemos el romancero del Cid, del que
derivan obras teatrales del siglo XVI, continúa en el siglo XVIII, en el
Romanticismo y en el siglo XX, hasta llegar al siglo XXI con la biografía
novelada El Cid de José Luis Corral.
También hay que destacar la creación de numerosas ediciones adaptadas para los más
pequeños (Mi primer Cid, de José
María Plaza, El Cid contado a los niños,
de Rosa Navarro Durán) lo que ha permitido su difusión en la etapa de Educación
Primaria, no limitándose así a la Educación Secundaria y el Bachillerato.
El
cine, a su vez, ha contribuido a la popularidad de la figura del Cid,
destacando la película de Anthony Mann, y el largometraje de dibujos animados El Cid, la leyenda. También en la
pequeña pantalla ha tenido su espacio con la serie de dibujos animados de
principios de los ochenta Ruy, el pequeño
Cid.
Asimismo,
el mito está presente en otras manifestaciones artísticas, como la música, la
escultura o la pintura.
Por último, es
interesante señalar la importancia que está teniendo el personaje del Cid, su historia y el Cantar para el turismo cultural, con la creación del Camino del Cid (similar al Camino
de Santiago), utilizando un salvoconducto, que es una credencial que se va
sellando en las diferentes localidades de la ruta. El salvoconducto recuerda el
documento que durante la Edad Media se utilizaba para asegurar el paso libre y
seguro de viajeros y mercancías. De modo alegórico, el Cid concede ahora ese
paso seguro a los viajeros del siglo XXI a lo largo de todo el Camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario