El siguiente texto lo escribí como introducción a una obra teatral sobre Miguel Hernández, representada por los alumnos en 2010 con motivo del centenario del nacimiento del poeta.
Hace cien años nació, muy cerca
de aquí, en la levantina ciudad de Orihuela, un poeta que siempre se mantendrá
joven en nuestros corazones, pues murió sin haber cumplido 32 años, en una
cárcel de Alicante, víctima de una serie de circunstancias sociales, políticas
y, en último término, físicas, que le condicionaron una vida difícil y breve.
Este poeta fue Miguel
Hernández, quien, a lo largo de su corta existencia, como un “rayo que no cesa”,
escribió una importante obra poética que lo llevaría a ser llamado “el gran poeta
del pueblo” o “el primer poeta de nuestra guerra”. Y así fue: Miguel Hernández
versificó nuestra historia, al tiempo que luchaba en el campo de batalla defendiendo sus ideales.
Hoy vamos a conocer su vida y su obra a través de una representación que seguirá las mismas etapas en que se dividen, de forma paralela, su existencia y su poesía.
Hoy vamos a conocer su vida y su obra a través de una representación que seguirá las mismas etapas en que se dividen, de forma paralela, su existencia y su poesía.
La
primera etapa se centra en su infancia y en el tema de la naturaleza. Con apenas quince años, su
padre lo saca de la escuela para que eche una mano al sustento familiar,
ayudando en el pequeño negocio pecuario. Miguel, pues, siendo niño aún, cuidó
el rebaño doméstico y repartió la leche por los alrededores campesinos de su
ciudad natal, lo que le proporcionó un temprano y fecundo contacto con la
naturaleza, contacto que se refleja en sus poemas. Pero Miguel era un excelente
estudiante, de manera que, a pesar de las dificultades y de la oposición de su
familia, siguió formándose de manera autodidacta a través de la lectura. Poco a
poco, con su talento, su determinación y la ayuda inestimable de los libros,
Miguel se iría convirtiendo en un gran poeta.
La
segunda etapa de su vida, su primera juventud, va unida al tema del amor.
Es el momento en que conoce a
Josefina Manresa y se enamora apasionadamente de ella. Josefina se convertiría
en la mujer de su vida y con ella se casaría. Miguel escribió para ella muy
bellos poemas amorosos, como el poema en el que alaba su hermoso pelo negro
suelto: “Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo”, poema en el que él se ve dando
vueltas en torno a Josefina, sin poder olvidarla, como si fuera su satélite.
Sin embargo, el concepto del
amor en la obra poética de Miguel también irá ligado a la destrucción. Como en
tanta poesía amorosa, la mujer es la responsable de la tragedia, unas veces por
indiferencia y otras por negación expresa, aunque al mismo tiempo represente la
inocencia y la pureza -“te me mueres de casta y de sencilla”-, le escribirá a
Josefina.
La
tercera etapa es fundamental en su vida y en su poesía. Miguel se convierte en un poeta
comprometido con la sociedad y el momento político que le toca vivir. Sus
poemas surgirán ahora de una historia que se está haciendo y en la que tratan
de imprimir su huella. El combatiente y el poeta palpitan en ellos -“la poesía
es en mí un arma que dejo en las manos del pueblo”, dirá Miguel- ; es la expresión íntima y vigorosa de un poeta que
lucha junto a los milicianos, vive al mismo tiempo la experiencia del amor y la
paternidad y trata de convertirse en portavoz y guía de su pueblo envuelto en
una lucha sangrienta.
La
cuarta y última etapa hace referencia a sus últimos años, período que pasó en la cárcel
hasta su muerte. En esta etapa el poeta sufre una triple tragedia: la muerte de
su hijo, la guerra y la cárcel, lo que desnudará su poesía hasta la más neta
emoción.
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