El año pasado se cumplieron
cincuenta años de la muerte de William Faulkner. Una de las cosas buenas de
este tipo de conmemoraciones es que las editoriales se animan a publicar obras
inéditas o a reeditar libros descatalogados, y así lo ha hecho Alfaguara, que se ha sumado a este
cincuentenario con la publicación de una de las obras menos conocidas del autor,
Intruso en el polvo.
Curiosamente, el título Intruder
in the dust fue mal traducido al castellano en un primer momento, como
señaló Juan Carlos Onetti en 1991 en un artículo titulado “Incursiones en
Faulkner”. Parece ser que el término “dust” debió ser interpretado como “lucha”,
pero el traductor se quedó con la primera acepción que aparecía en el
diccionario. Y el título de esa traducción al castellano se ha mantenido hasta
hoy, siendo Onetti el único que ha protestado: […] lo que quiso decir Faulkner en el título y en el texto fue que el
norte no debía intervenir en el problema blanco-negro del sur del país.
Prometió, sin mayor esperanza, que algún día o año situado en el infinito, los
blancos y los negros sureños darían fin a sus diferencias y todo terminaría en
un fraternal abrazo, final feliz.
Esta novela de corte policíaco fue publicada por primera vez en 1948 y es
una obra menor dentro de la novelística del escritor sureño. Sin embargo, a
través de una trama aparentemente simple se despliega la prosa de Faulkner,
con una técnica narrativa no tan laberíntica como la de sus libros más
complejos, pero sin abandonar su peculiar y poderoso estilo. Como
introducción a la obra de Faulkner sigo prefiriendo El villorrio, ya que
es una de sus novelas de construcción más sencilla, pero también es buena
elección adentrarse por primera vez en su universo narrativo con Intruso en el polvo,
pues la trama detectivesca ayuda a seguir la prosa faulkneriana.
La historia se sitúa en Jefferson, capital del condado de Yoknapatawpha,
ese lugar imaginario donde ocurre casi todo lo que escribió Faulkner, lugar del
que el autor incluso llegó a hacer un mapa declarándose su único dueño y que se
basa en la zona del sur profundo de Estados Unidos donde nació, vivió la mayor
parte de su vida y compuso sus obras. Faulkner fue acusado de provinciano
debido al escenario limitado de sus novelas y relatos; el autor respondía a eso
diciendo que su intención nunca fue escribir dramas locales: simplemente
utilizaba el sitio que tenía más a mano y conocía mejor. Y en esa región, llena
de envidia, de odio y de prejuicios raciales, sus personajes terminan por adquirir
un carácter legendario, alzándose como símbolos de conflictos eternos de la
condición humana.
La novela se inicia con la
detención de un anciano negro, Lucas Beauchamp, acusado del asesinato de un
hombre blanco. Lucas es descendiente de esclavos y de blancos; es solitario y arrogante, y destaca por su independencia e
individualidad dentro de esa comunidad. Frente a él tenemos al abogado Gavin
Stevens, personaje recurrente en las novelas y relatos de Faulkner (El
villorrio, La mansión, La ciudad, Gambito de caballo), que se
convierte en portavoz moral del autor. Este abogado, ayudado por su sobrino
Chick, el único a quien Lucas confiesa la verdad, y Aleck Sander, un
adolescente negro, a quienes se suma la señorita Habersham, una solterona de setenta años perteneciente a una
arraigada familia sureña, lucharán por demostrar la inocencia de Beauchamp,
enfrentándose a una muchedumbre que quiere lincharlo.
Respecto a la técnica narrativa, el autor recurre a un narrador omnisciente, pero añade una peculiaridad, pues focaliza la historia en un personaje adolescente; en este caso, este papel es desempeñado por
Chick, el sobrino de Stevens. Pero Faulkner no relata a través de la mirada
inocente de un muchacho: en primer lugar, porque los muchachos de Faulkner no
tienen esa mirada; y, en segundo lugar, porque el autor no nos muestra lo que
el chico ve y siente, sino que narra sin abandonar la omnisciencia y su
poderosa voz termina por silenciar la de sus personajes.
En general, Intruso en el
polvo resulta interesante en cuanto narración detectivesca, aunque por momentos
puede resultar confusa, pues en ocasiones no sabes exactamente lo que te está contando el narrador
y tienes que leer dos veces el mismo e interminable párrafo, debido a
las largas digresiones -algo propio del estilo del autor, al fin y al cabo-. Pero superado este escollo inicial, la fuerza del lenguaje de Faulkner nos arrastra a través
de la historia de unos personajes cuyo futuro está dictado por su pasado, como
en todas las obras del escritor: “Ayer no terminará sino mañana”. Inmortales palabras
que dominarán todo este trágico universo.
1 comentario:
Nos regalas tu buen gusto en Literatura con mayúsculas.
Entrar aquí es pasear por un jardín donde florecen las palabras alimentadas por las raíces de los creadores de sueños.
Amiga mia es un placer descubrirte como bloguera y un lujo conocerte.
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