Lo confieso: este blog nunca se
concibió como un espacio sobre literatura y nada más. Quien espere encontrar únicamente reseñas de algunas de las obras que leo y semblanzas de mis escritores predilectos, y cualquier otro campo o contenido le aburra o le parezca una patochada, que huya rápidamente. Este rincón lo utilizo especialmente para escribir sobre libros, sí, pero solo porque la lectura ocupa la mayor parte de mi tiempo libre; no obstante, mis intereses van mucho más allá. Y entre todo aquello que despierta mi curiosidad y fascinación están los viajes y el arte. Así que alguna entrada sobre ello ha tenido que brotar.
Una vez hecha esta aclaración,
vayamos al asunto…
En lo alto de los bosques de
Cherimont, en Francia, se esconde un tesoro arquitectónico que no aparece a
primera vista. Se trata de la capilla de Notre-Dame-du-Haut de Ronchamp.
Este lugar cercano a Belfort era un
centro de peregrinaciones que fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial.
Y en 1950 decidieron encargar el proyecto de la nueva capilla al arquitecto
franco-suizo Charles-Edouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier.
Hasta aquel momento, Le Corbusier
solo había proyectado edificios civiles y trabajado sobre problemas de
urbanismo; le habían hecho famoso obras como el Pabellón Suizo de la
Ciudad Universitaria de París (1931) o la Unité
d´Habitation en Marsella (1947). Por eso dudó cuando le encargaron la
construcción de esta capilla, pero finalmente decidió llevar a cabo el proyecto
tras visitar el lugar, un espacio que marcaría el estilo de la obra -estilo que
se aleja de los principios que rigen sus anteriores creaciones- y que daría lugar a un conjunto
arquitectónico cuya disposición y efecto recuerdan a la Acrópolis de Atenas.
El conjunto está formado por varios elementos: la capilla, que lo preside, la explanada, la residencia de los monjes, una pirámide conmemorativa y el campanario, que es una estructura independiente. La capilla está ubicada en la cima de la colina, de tal forma que no se puede ver hasta llegar allí.
El conjunto está formado por varios elementos: la capilla, que lo preside, la explanada, la residencia de los monjes, una pirámide conmemorativa y el campanario, que es una estructura independiente. La capilla está ubicada en la cima de la colina, de tal forma que no se puede ver hasta llegar allí.
Y desde que fue terminado no ha
habido edificio en el mundo que se maldijese y alabase más que
Notre-Dame-du-Haut. Se apartaba tanto de lo corriente que el propio Le
Corbusier hablaba de una obra planeada con “temeridad, mas ciertamente con
valor”. La total asimetría de la edificación, que hace pensar más en una
escultura moderna que en un templo; la falta de campanario -las tres torres
sirven únicamente de claraboya para los altares-; el techo de apariencia
invertida, elevado por los bordes y hundido en el centro; el interior casi
desnudo, que parece una “cueva sin montaña”… fue un conjunto que asustó a los
críticos, por lo mucho que recordaba a Picasso.
Pero Le Corbusier no desmintió la relación: “El arte abstracto, que hoy despierta muy justificadamente tan ardientes controversias, es la causa de la existencia de la capilla de Ronchamp”. El arquitecto tuvo la suerte de hallar sus mayores defensores entre los que le habían encargado la obra. El dominico francés M. A. Couturier escribió: Primero se siente uno sorprendido ante la extrema novedad de estas formas. Pero muy pronto se descubre que las superficies y formas se desarrollan con libertad y sensibilidad de organismos vivos, aunque al mismo tiempo quedan sometidas a la severidad que dirige la función y el objeto de lo orgánico. En todas sus partes se manifiesta el carácter sacro, y no en la novedad, sino en lo desacostumbrado de la forma.
Vista parcial de la fachada sur, en la que se encuentra la entrada
principal, y fachada este, con una pequeña capilla al aire libre
Fachada norte, con una entrada secundaria y una escalera
Luces y sombras producen el curioso efecto espacial
del interior de la capilla y una atmósfera de recogimiento
Le Corbusier consiguió su objetivo:
una edificación funcional adaptada a la naturaleza del lugar, que intenta
cumplir su cometido del mejor modo posible. Pero además, Notre-Dame-du-Haut es, como dijo su creador: “Un recipiente del sosiego, de la elegancia. Un deseo de alcanzar con el
lenguaje de la arquitectura los sentimientos despertados en este lugar”.
5 comentarios:
Me encanta!!! ¿Cuándo dices que vamos??
Un abrazo,amiga.
Vamos cuando queráis, poned fecha y lo organizamos. Yo haré de guía.
Un abrazo
Qué bueno!! No lo conocía...
Saludos
Great !
I didn't know Le Corbusier made this...
Best regards from Paris,
Pierre
Me encanta. ¡Qué ganas de viajar!
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