11 de diciembre de 2014

AQUÍ SE ABANDONA A LOS PERROS

Este artículo, escrito por mi amigo Francisco González Ortega, está dedicado a todos los animales abandonados y a las personas que los ayudan


        Somos muchos los jumillanos que amamos y respetamos a los animales. Y, por tanto, somos muchos también los que compartimos una grave preocupación: la permanente existencia de perros que deambulan en completo abandono por nuestras vías públicas. Basta salir a pasear para comprobarlo, casi cada día. Vemos cómo están expuestos al frío, a la sed, al hambre…, cuando no son víctimas de maltrato o de terribles atropellos. Es una situación lacerante que nos descalifica como pueblo. Y creemos que son las autoridades municipales competentes las que deben encargarse de buscar soluciones a esta verdadera lacra, asumiendo su responsabilidad.
Pensamos que no es de recibo que se eche exclusivamente sobre los hombros de una asociación de voluntarios como “Cuatro Patas Jumilla” la enorme tarea de recoger a tantos animales, cuidarlos, controlar su situación sanitaria, sensibilizar a la gente, promover las escasas adopciones y, además, gestionar las instalaciones de un albergue que se ha demostrado insuficiente ante la magnitud de este problema. 
            La realidad es que –por desgracia este grupo de voluntarios está formado por muy pocas personas. Quienes sabemos de su quehacer diario somos conscientes de que  realizan una labor encomiable desde hace años,  intentando suplir con su entusiasmo y su generosidad la falta de medios materiales y personales. Llevan a cabo estas tareas –lo hemos visto hasta la extenuación. Trabajan con los perros en horarios a veces intempestivos, en fines de semana, en vacaciones y fiestas, cuando todo el mundo se divierte... Pero estos pocos voluntarios pueden, de repente, tener impedimentos familiares o personales, obligaciones laborales o, simplemente, cansarse. ¿Qué sucederá entonces?
            No es suficiente que se facilite una pequeña subvención, o que algún trabajador municipal colabore con los miembros de “Cuatro Patas Jumilla” en tareas de limpieza y mantenimiento del albergue. Se ha de procurar que la práctica totalidad de estas actividades las lleven a cabo empleados municipales con la adecuada preparación y sensibilidad. De igual modo, deberían ser estos mismos trabajadores quienes se encargaran de la recogida de los perros abandonados en un vehículo acondicionado para tal fin. Incluso la Policía local podría tener un papel relevante a la hora de detectar alguno de estos casos y dar parte de los mismos En la actualidad, somos los particulares los que a duras penas nos encargamos de estos cometidos. Y la falta de formación o de oportunidad hace muchas veces inviable que podamos ayudar a tantos de estos “animalicos”.
            Quienes tenemos cierta edad aún recordamos con horror una imagen dantesca: la de una carretilla-jaula, llena de perros, que llevaba un hombre de etnia gitana, contratado por el ayuntamiento de entonces. Los que veíamos tan siniestra estampa sabíamos el destino que les esperaba. Ahora eso sería inconcebible.  Afortunadamente, vivimos una época que nos reclama unos valores nuevos y que nos exige también dar respuestas nuevas a realidades que antes se veían como inevitables, pero que hoy no se comprenden, ni se toleran. En la sociedad actual, el cuidar a los animales y velar por su bienestar debería ser una vocación de cualquier gobernante; en todo caso, es una obligación. Las instituciones, los partidos políticos, las asociaciones, los centros educativos y, en definitiva, las buenas personas de Jumilla tienen que contribuir a paliar este problema hasta donde les sea posible.
Por humanidad, por principios éticos, tomemos conciencia de que la situación que aquí denunciamos no puede prolongarse por más tiempo.